Estimado maestro Gigena:
La cosa no es como usted piensa. Ni remotamente. La distancia que hay entre usted y la realidad es muy similar a lo que algunos llamamos Infinito. Y puedo asegurar que su indiscreción no entraría de pie ni en la Basílica de Luján. Pero no quiero sopapearlo públicamente, sino que espero tenerlo a tiro en la intimidad, para usar sus dientes como relleno de una maraca que me vendieron vacía. Una mala compra, debo admitir. Empiezo por el principio: si bien no puedo (en realidad puedo, pero me niego de puro caprichoso que soy) desmentir algunos datos (que tenía un Fiat 600 o que alguna vez tomé cerveza en el bar de alguna facultad), tengo que rectificar (y mire que si de algo no tenía ganas hoy, era de andar rectificando) otros. Y cito a nuestra común amiga C.S. como testigo de la defensa. En primer lugar jamás llevé a la Señorita Maestro (Mia para los amigos, aunque personalmente la llamaba con el cariñoso apodo de “Seño”) a su hogar, sino que era ella la que me acercaba con su coche a mi humilde morada (a la altura de Barrancas de Belgrano tenía la deferencia de bajar un poquito la velocidad del vehículo, para que me arrojara. Un detalle que la enaltece). Lo dicho: ella me llevaba a mí. Supongo que estará de acuerdo que la cosa cambia. En segundo lugar, yo no tenía la estatura suficiente (moral, física o intelectual) para menospreciarla. Si bien soy muy dado a menospreciar a la gente (gané el segundo premio en un campeonato regional), jamás hubiera tenido el coraje de hacerlo con ella.Y si alguna vez dije “además se la cree” (sin lugar a dudas, frase perpetrada por la pluma del dialoguista de “Pelito”. También inventor de la célebre línea “No seas fanfa”), fue justamente porque era la principal razón por la cual estaba loquito por sus huesos. Como saben bien mis amigos, soy muy aficionado a las mujeres creídas. Para concluir (sobre todo porque tengo la ropa en el tender y está empezando a chispear), y con ánimo de ofender, afirmo que usted es un mentiroso. No sólo manosea mis sentimientos universitarios, sino que los hace públicos (no me asombraría que escribiera la secuela de "Porky´s II"). Un verdadero miserable. Tenga usted muy buenos días.
Lagarto W.
PD: Mia: si alguna vez leés esto, quiero que sepas que me enamoré de vos el día que te ofreciste como voluntaria para traducir un texto –posiblemente el más aburrido de su bibliografía, lo que es decir mucho- de Lotman. ¡Qué valentía! Y en el caso de que continúes -y todos los indicios me hacen sospechar que así es- con tu actitud de no estar enamorada de mí, ¿podrías presentarme a Salma Hayek?
PD: Y recuérdeme don Quique, que nunca le diga mi clave para sacar dinero del cajero. Supongo que al día siguiente saldría en la portada de Clarín.
PD:Ah, me olvidaba, lo llamo el viernes para ir al bingo. Bautista me dijo que hay un pozo suculento.