Monday, June 19, 2006

El spleen de Saturno o El Incunable


De repente otra vez hace calor. No estoy a la altura, dice El Incunable, que siempre parece saber lo que le conviene. Soy un aceptado representante de la ruindad y la bajeza más nociva, afirma. El Incunable descalifica. Se descalifica. Me descalifica. Descalifica a la fiesta y a sus criaturas. “Están todos descalificados” parece decir desde su camisa de lino negra. Se va; pero vuelve. Es una fiesta muy segura de sí misma, dice. Hace un rato sentado en las escaleras me quedé dormido y soñé con esta fiesta, dice. Y muy vívidamente, agrega. Al principio pensé que estaba muerto, siempre me pasa cuando me emborracho, hay un minuto en el que tengo la seguridad de que voy a morir de un momento a otro, dice El Incunable. Y después vino el sueño. En el sueño, dice El Incunable, estaba con vos en este mismo rincón. Tomábamos algo verde. Después sacabas un papel y escribías algo. No tardabas más que unos segundos en escribir. Me dabas el papel. Puse veneno en tu vaso, decía el mensaje, dice El Incunable, te estás pudriendo por dentro Sr. Descalificador, terminaba tu mensaje, dice El Incunable. Mis ojos no te guardaban rencor, dice. Me sacabas el papel de las manos y volvías a escribir. Sos mi obra maestra, decía el nuevo mensaje, dice El Incunable. Y después te alejabas, dice, tomabas la forma de un mirlo y yo quería ir a volar con vos. Me habías vencido sin siquiera utilizar una alegoría, grita. Estaba muriendo pero no te guardaba rencor, dice mientras se tambalea con clase. Volví a concentrarme en la fiesta después de ver tu aleteo elegante, dice. Es mi última fiesta, pensaba, dice. Miraba a la gente bailando, dice, y pensaba que la observación de esa cadencia despedazada no produciría otra consecuencia que la destrucción del movimiento. Toda mi vida imaginé hacer una fiesta como ésta, pero no tengo el talento, pensaba, dice, sé que mi naturaleza física y mental me lo niega, un muro celular me lo impide. La imposibilidad está en mis genes, dice, acarreo en mi sangre la evolución política europea, llevo en mis células docenas de guerras sangrientas, luchas miserables, muertes perpetuas, pensé, dice, ¿cómo puedo hacer una buena fiesta en esas condiciones?. Entendés cómo me sentía, pregunta, como un molusco de un patetismo monstruoso. Todavía soy monstruoso. Soy una sanguijuela chupando la sangre del animal caliente que es esta fiesta y percibo que ese animal se mordisquea el pellejo con fuerza, intentando deshacerse de mí, dice. Fui expropiado, murmura, estoy condenado al horror, agrega El Incunable como si fuera un príncipe oscuro mirando un valle desde las murallas exteriores de su castillo. El Incunable mira el valle, sé que está mirando el valle situado más allá de sus dominios. No caben dudas de que en este momento El Incunable enfrenta los azotes del viento helado desde las murallas exteriores de su castillo. El olor a diversión apesta como una catástrofe, dice. Todo huele a catástrofe; a Odex. Porque el Odex huele a desastre, asegura. No me decido, dice con una sonrisa viciosa colgando de sus labios finos, si frotarme contra la rubia o pechear a la morocha. Camina unos pasos, bambolea la cintura, hula hula, sacude la pelvis con violencia en un desesperado intento de frotamiento. Falla. Da medio giro. Todo su peso puesto en los hombros. Las tetas pasan. No hace contacto. Falla nuevamente. Se resbala. Tambalea. No cae. La grandeza también mora en el fracaso, dice El Incunable. Después vomita verde bajo la bola espejada.

Juanjo Saturno

7 Comments:

At 4:20 PM, Anonymous Anonymous said...

excelente, juanjo, excelente. bernhard, beckett y basurto se dan la mano en tus crónicas. sigue así por favor. una generación casi muda aguarda.

c.c.

 
At 6:45 PM, Anonymous Anonymous said...

demasiado tonta para dar una opinión, pero si sirve de algo , bien, muy bien..

 
At 7:03 PM, Anonymous Anonymous said...

LOS DÍAS FELICES


Hay gente que revienta sola, sin dar testimonio implosiona ostentando un silencio venenoso dirigido a familiares y amigos, incapaces de leerlo. Pero Guahab era lo otro, una peste entonces desconocida. Pobre y fea, el terror económico y la violencia doméstica que habían alterado su crecimiento con trazo irregular provocaban un tenue olor a corrupción, un olor incómodo, fuera de lugar, mientras nosotros que robábamos doradas manzanas del sol en eternas tardes de verano éramos los íntimos habitantes de castillos invisibles durante largas horas de ocio.
Poco más tarde, el sorpresivo correr de los años aceleró un desarraigo misterioso. Para explicar como funciona, qué es, evoquemos una pérdida, una fiesta inolvidable. Los vinilos cuando no eran un fetiche, cuando en lugar de lamerlos se escuchaban sin prestarles mayor importancia, tomando con amigos. Recordemos un lugar, calles, presencias. ¿Qué fue de Juan Uno?. El Sur, esas luces dispersas. Los estertores de una modernidad hambrienta y sediciosa no habían llegado a la sangre de nuestros creadores y creíamos posible transformar en un lugar digno, extraordinario, esta escena despiadada que para tantos fue impredecible, unánimemente inevitable. Sólo que al otro día no hubo teatro ni presupuesto. Y ocultando los sueños fatigados en el bolsillo interno del saco de pana azul, con renovado fervor huyendo o planeando escapar de esta existencia miserable llamada vida ordinaria inventamos otro exilio, otros adioses.
El largo adiós del solitario y su búsqueda intrépida del pasado ya que tal vez ame algo que agoniza y asiste conjurando entidades y esperanzas. O quizás espera algo imprevisto, un desnudo mágico que no depende de su voluntad y sí de una inocencia.
Natural code breakers, Walsh y Burroughs registraban estos hechos. Burroughs subido al Perla Negra, viajando errante hacia el lejano confin de sus pesadillas, inalcanzable, escribiendo sus mejores cosas después de los setenta años. Walsh, dinamitando desde Bahia Cochinos la vieja novela porteña. Entonces me pregunto si aún crees en la fuerza irresistible de una horda. En mejorar el estado del correo de la tribu. Y al regresar de la estúpida pregunta sonrío, contesto que sí. Castro murió porque estaba solo y solo no es para cualquiera. Por ejemplo Neo, sin la asistencia de Morpheo, no habría interrumpido la rave digital que rodaban en sus neuronas transmitiendo el jardín de las delicias, enturbiando los índices de peligro que anuncian los movimientos de la conspiración que conduce tu experiencia hacia trópicos desafortunados donde trabajas como zángano gastando esa preciosa vitalidad. Es curioso, todavía no me topé con el nombre de la primer voz que dijo basta. Pero me será dado escuchar los últimos gritos. Y excitarme en la destrucción, rejuvenecer con crueldad desbaratando el alambique veloz que destila tu miedo al manejar conceptos mal recortados, incompletos, mientras vemos arder las brasas de sus facultades diseñadoras en una noche iluminada por las explosiones de los laboratorios que fabrican esas pastillas paralizantes.
PERO TODO FUNCIONA BIEN. Amanece, el mundo se ha salvado. Tus amigos no exilaron, no desaparecieron, pierden el color como una foto sacada hace años o mueren rabiosamente a tu lado. Y sabes maldito, sabes, empeorará cuando te vendas por un minuto más con los ojos cerrados.
A Walsh lo mataron, Discépolo fue prohibido y Manuel Ugarte no existe. Pero siempre hubo peores cosas que la muerte. Ahora, cuando eres peligroso, Rolling Stone te saca una foto y despiertas convertido en un objeto. Un objeto pensado para entretener el tiempo que les permitas. A eso te reduces: eso que miras en el espejo al cepillar tus dientes antes de salir al set, dar la próxima nota y empezar las últimas clases.


JUAN DOS

 
At 8:17 PM, Anonymous Anonymous said...

¿entonces, juan dos, todo es pérdida, muerte, llanto, vacío, desazón?
me gustaría conocer la versión de juan tres.

héctor treintaicuatro

 
At 6:42 PM, Anonymous Anonymous said...

Héctor 34:
El largo adiós del solitario y su búsqueda intrépida del pasado ya que tal vez ame algo que agoniza y asiste conjurando entidades y esperanzas. O quizás espera algo imprevisto, un desnudo mágico que no depende de su voluntad y sí de una inocencia.
No todo es pérdida, muerte, llanto, vacío, desazón...no todo.
Pero, qué es para vos?. Le darás vida a Juan tres, aunque está sufriendo una locura, claro, con intermitentes chispazos de cordura.
Juan Dos.

 
At 7:25 PM, Anonymous Anonymous said...

juanes (ay)

para mí? si supiera. si quisiera intentar saber. pero si hay que hablar, hoy -hoy- me gusta este plan (copio): nunca intentar acaparar la atención ajena; no robarle el tiempo a nadie.
y esto de ingo, un monje zen:

"durante setenta y tres años
he sacado agua clara del fuego.
ahora soy un insecto diminuto.
el mundo tiembla si lo rozo con mi cuerpo".

H34

 
At 1:25 PM, Anonymous Anonymous said...

Nunca intentar acaparar la atención ajena; no robarle el tiempo a nadie.
Bastante amplio.
como ves siempre estoy tratando de innovar en las presentaciones, con
la consigna de que no hay moda que no sea pasajera, y de que todas las
modas son absurdas, así que mis presentaciones son tan una moda
absurda como cualquiera.
Más allá de esto, sigo pensando en el problema de comunicación para el caso de las personas
que han encontrado en sus pensamientos recorridos ideo-emocionales de
rara elaboración,
lo que convierte a la amistad en algo quién sabe más complicado.
Iba a decirte lo mejor que se me estaba ocurriendo, pero ahora ya me
olvidé, así que sólo me queda despedirme, un beso en la mejilla,
y creo que prometeré no volver a dar nunca un beso a nadie porque sí,
o por compromiso,
o no sé por cual.
Juan dos- Hanuta.

 

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