De carácter (t)urgente
Tras una larga noche de archivos fotográficos, whiscolas de J&B y palizas a informantes (incluso me vi en la obligación de propinarle un par de castañazos a Elías, el cartero. Tengo la corazonada de que ese hombre sabe algo), puedo asegurarles que Benedicto XVI no está involucrado en el asunto de la foto (ver “Una foto y el pollo del filósofo”). Por una vez está limpio. Reconozco que a veces me dejo llevar por las tendencias anticlericales de Justo y pierdo la cabeza (aprovecho este espacio para disculparme públicamente con el padre Antonio, el obispo Palavecini y con Hernancito, el monaguillo de la iglesia “Nuestra Señora de las Nieves” de la calle Ventura Bosch. Los dos últimos se están recuperando en el Hospital de Niños. Si quieren mandarles algún juguete, están en la habitación 333. ¡Ánimo Hernancito! Pensá que el padre Antonio está mucho peor). Hasta el momento tengo cinco posibles candidatas que se asemejan al rostro de la foto: 1) La madre de Milena Tutuca (el comentario del amigo Pailos me abrió los ojos y no me pareció nada descabellado); 2) Milena Tutuca (también le agradezco a Pailos por esta pista, pero ya empiezo a desconfiar de su buena voluntad. Una si, dos no. ¿Y si Pailos y Elías fueran la misma persona? ¡Epa!); 3) Nancy Reagan; 4) la profesora de pilates de José Saramago; 5) Belén Fetén. Si bien no tengo casi ninguna duda de que Nancy Reagan (la recuerdo como coprotagonista de una película de Wellman y se me eriza el reloj cucú) está implicada, me quiero detener en la última sospechosa: Belén Fetén. Supongo que a la mayoría de ustedes ni siquiera les es familiar el nombre. A mí tampoco. Al menos hasta esta mañana. Merodeando por el "rulero" de los Baleirón, conocí a Ever, el portero del edificio. No fue fácil ablandarlo, pero no hay información que no se pueda comprar con un ventilador de bolsillo y un par de Adidas Oregon. Mientras nos tomábamos unos submarinos en la “Confitería Ideal” (me costaron más caros que una parrillada completa en Puerto Madero, así que aclaro que los voy a pasar como viáticos), me hilvanó el siguiente informe de la señorita Fetén, que reproduzco textual:
Veinticuatro años. Un metro sesenta y ocho. Cabello castaño claro. Ojos color avellana pálido (En su mirada descubrí la "forma" del color avellana. Cuando está triste tiran a un almendra marcona). Pocas veces lleva maquillaje. Silueta grácil y estilizada. Senos de carácter turgente (sic). Mezcla de lady inglesa decimonónica y girl scout (elegante, pero práctica a la vez). Le gusta desplazarse con las manos en los bolsillos. Tendencia obsesiva a combinar los zapatos con el resto de su indumentaria. Contratada hace dos años por los Baleirón, desde entonces está encargada de los trabajos sucios de la familia: limpieza general (me dijo esto guiñándome un ojo y disparando al organista de la confitería con un Kalashnikov imaginario). Los domingos se la puede ver en Burzaco cazando mariposas.
Lo felicité por su inspiradísimo retrato y le ofrecí trabajo como espía a tiempo completo de los Baleirón. Dijo que lo iba a pensar, pero que desde un principio se declaraba seriamente atraído por la oferta, ya que creía que poseía el don de la desocultación. Ahora los dejo. Tengo que pasar por la panadería a recoger unos triples de lechuga y tomate que encargué. Esta tarde tengo “invitados” a tomar el té. En cuanto a Adinolfi, puedo asegurar que sigue desaparecido.
Detective Karàl
0 Comments:
Post a Comment
<< Home