Vuelve un grande
Rubén Forestello supo, durante los tempranos 90, brindarnos algunas crónicas suburbanas que hicieron roncha en el periodismo argentino. Sus valientes investigaciones sobre ignotas tribus urbanas de la zona sur del Gran Buenos Aires son hoy un modelo de referencia para cualquiera que pretenda dedicarse al periodismo de investigación, y una lente de aumento para quien desee caminar las calles de Sarandí, Escalada, Lanús o Adrogué sin hacerse el sota. Claro que su personalísimo estilo le ha valido menos admiradores que detractores. En TEA está prohibido leerlo, y entre los estudiantes de Ciencias de la Comunicación (¿?) su nombre tiene menos eco que el aullido de una hormiga colorada en la estepa siberiana. ¿Qué decir, Rubén? Ese es, históricamente, el precio que pagan los visionarios. Este medio se complace de tu retorno y aguarda sin ansiedad las impresiones y los resultados parciales de tu nueva escala.
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Amigos:
Forzado por circunstancias geométricas –léase la disolución del Circulo de Tiradores de Piedra de Sarandí– y físicas –cierta alopecia que me tiene a mal traer– mudé mis anclas al Triángulo de Temperley, aquí poseo un terrenito con edificación baja, nomenclado chalet, que me brinda la comodidad necesaria y la calma chicha que mi mujer y yo procurábamos tener y que a veces el activismo aquel de lanzar la piedra lejos nos hacía vivir de unas maneras un poco desmesuradas. No crean que el agite acabó. Voy por más. Primero succionar del vecindario, aprender alguna cosita. En estas semanas trabé relación con el señor Pasini, lugareño y asiduo lector de los clásicos, quien me espetó en susurros cuando nos cruzamos en la vereda: “De esa lobreguez está tan lleno el aire que nadie sabe como podría evitarla”. Ante el estupor que me produjo su jugarreta, alcancé a sonreírle como si comprendiera, volví rápido a casa y tranqué la puerta.
Me hice un té y comencé a pensar en la levedad, en lo denso, en partículas flotadoras de polvo de ladrillo, en el arquero Cassé que era sordomudo, en lo impenetrable, en la forma inaudita del rastrojero retorno de aquello que habíamos fingido olvidar, en la placidez tempranera del partido de reserva.
Hasta pronto
Rúben Forestello
6 Comments:
Es lícito recordar que uno de los principales censores de la tarea investigadora de Forestello fue Juan Sasturain, ganador del premio "Chupapija del Deporte" en el año 2005.
Sólo tuve acceso a un ejemplar de aquella revista (que guardo con celo) a través de una conjunción astral, el mismo día en que Lito Vitale tocó dos temas que sonaron distinto.
Me llena de gozo y júbilo el regreso del buen gusto que se parece más al martini con triple sec que al vodka con speed.
Lamentaré no estar presente para el recital de Iván, pero me interesan las clases de cha cha cha, siempre y cuando el merengue lo prepare el amigo Casero.
La verdad es que me muero por conocer Guernica. Ofrezco donarle a quien me lleve dos mielcitas petrificadas que encontré en mi último viaje al bosque de arrayanes.
Felicidades,
Mar y Leen Masón (hija no reconocida de Jekyll y Hyde y alguna ex mujer de Silvio Soldán)
Como vicepresidente de la peña 'Ruben Forestello' que la institución de Gerly (hoy nuevamente descendida) tiene en Vicente López, bato palmas a granel por la vuelta del cronista, del delantero, de la revista. Gracias Dios por el futbol, por el Círculo, por Adinolfi, por estas lágrimas...
Guardo todavía la primera entrega de la pretérita investigación de Forestello adosada a una columna de mi cuarto. Como homenaje, todas las mañanas empuño adoquines en miniatura contra las fachadas de los colectivos que fatigan Libertador.
Está claro que Mar y Leen Mansón es una embustera. La prueba está en que Lito Vitale jamás tocó dos temas que sonaran distinto.Ayer leí el comentario y lo llamé desesperado. "Lito, decime que no es verdad" le dije. ¿Y saben qué me contestó?: "Es una vil mentira. Nunca en mi vida toqué dos temas que sonaran distinto y si miento que se quemen todos los sacos con hombreras de la época en la que pesaba 167 kilos. Son los que más quiero". Igual Mar, si querés te llevo a pasear a Guernica. Lo podemos invitar a Lito. ¿Qué te parece?. Besos.
PD: También lo podemos invitar a Angel Mahler. Es un enamorado de Guernica. Yo le digo: "Duende, ¿nos vamos unos días a Guernica?". Y el Duende viene.
Forestello, usted es el Spinoza del periodismo deportivo. Aunque lo maldigan con todas las maldiciones del Deuteronomio, usted no afloje. El mundo está lleno de Leibnizes que ocultan la deuda intelectual que tienen con usted o que incluso mienten sobre la misma. Pero qué le voy a contar a usted. Siga puliendo los lentes del deporte para que podamos ver con claridad a través de ellos. ¿Para cuándo un Tractatus Deportivus?. Un abrazo.
Poup
¿Desde cuándo Forestello es periodista deportivo? Poup: largá la Sustancia Monista y comete un chorizito abierto al medio con un pingüino de litro. Y este año espero mucho de Forestello. Gracias a él conocí Sarandí.
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