Friday, March 16, 2007

El caso Adinolfi (VI)


INFORME JUSTO (I)

En el que Justo y Eber toman las riendas del Caso Adinolfi y juegan al tute en un Regatta 2000. Mientras tanto Belén Fetén se alcoholiza y una misteriosa nota aparece en el bolsillo de Justo. De la prima de Semiólogo, la de Guernica, no se dice ni pío. Se rumorea que está cuidando a una sobrina de Paraná.

Después de meses y meses sin noticias de Detective Kàral, con el amigo Eber decidimos hacernos cargo del caso Adinolfi. Si bien el paradero de César Adinolfi nos es tan desconocido como el sexo gratis, el jueves Eber me llamó pasado de vueltas: “Reapareció Fetén. Véngase para acá”. Con mi Regatta 2000 pusimos rumbo al rulero Baleirón. A las veintiuna horas con Eber nos encontrábamos entretenidos en la persecución de un Alfa Romeo negro full full. En su interior viajaba la reaparecida Belén Fetén. Si bien mi Regatta ya no está para mucha pirueta y últimamente anda un poco rezongón, no me costó mucho seguirle el trote al importado. El destino final fue “Punto Xusqueiro”, una boite bastante pituca ubicada en Debuén y Las Heras. Fetén, enfundada en vestido negro de corte oriental de Lanvin y un broche de Ellagem, saludó al cuadrumano de la puerta y entró. Mientras esperábamos en el coche a que la piba saliera, nos jugamos un partidito de tute, regado con un Baby Bonarda de litro y medio. Debido al carácter dormilón del tintorro, Eber se autorizó a dormir una siesta. Alrededor de las dos salió Fetén caminando como Mazinger Z. A una que yo sé le gusta morder el vidrio, comentó Eber entre bostezos. Fetén se metió en el Alfa Romeo, pero cuando logré arrancar, la nena ya me había sacado seis cuadras.
Volvimos a “Punto Xusqueiro”. Necesitábamos urgente algún dato. Al llegar a la discoteca, el muchachote de la puerta nos miró de arriba abajo. Lo cierto es que íbamos un poco crotos para el caché del lugar. El señor es el padrino del Bambino Veira, le dijo por lo bajo Eber al cancerbero. El ropero –un homínido con varias peleas ganadas por la vía contundente– nos abrió la puerta con mucha delicadeza. Entramos al boliche, que era ni más ni menos lo que habíamos imaginado: un nido de garcas. Chorros elegantes, atorrantas y vendedores de miliki. Hasta el último perejil le entraba a la papa en ese bailongo. Para pasar desapercibido le compré dos pelpas a un rubio parecido a Marangoni. Acá con un poco de filo hacemos disparates don Justo, me dijo Eber entusiasmado. Nos separamos para rastrillar mejor el lugar. Me tomé una copita de Legui e intenté hacer migas con el barman. No hubo caso. Después de seis o siete Leguis, supe que todo estaba perdido aquella noche.
Serían las seis de la mañana cuando Eber me pidió unos mangos para llevarse un gato a la cucha. Volví a casa solari y deprimido. En el camino, metí la mano en el bolsillo para sacar un Media Hora, pero en lugar de los caramelos encontré una nota: “Dígale a Detective Kàral que lo espero el martes a las once de la noche en la sección no fumadores de Rond Point”. Un tipo hábil, pensé, el turro me afanó todos los Media Hora. Ya en casa y con el pijama puesto, reflexioné en profundidad sobre el paradero de Adinolfi, la desaparición de Detective Kàral y el resultado de la sexta de La Plata. No saqué ninguna conclusión. Tampoco abrí el kiosco de diarios aquella mañana.
Justo.

1 Comments:

At 8:50 AM, Anonymous Anonymous said...

Parece que el prófugo Adinolfi fue visto en un puterío de Praga mientras le hacía una dedicada fellatio a un tal Joe Pass. Se dice también que ahora se alojan en un hotel de mala muerte en el barrio parisino de Pigalle, donde bailan hip hop en la calle y a dúo por unos euros que apuran a derrochar en el sex shop.
Pobre Adinolfi, quién lo hubiera dicho.

 

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