El caso Adinolfi (II)
INFORME KARÀL
En el que se narra el nacimiento del clan Baleirón y se describe con lujo de detalles la horrorosa muerte de su fundador.
Me levanté con ganas de hablar de Boswell y de la peluca del Doctor Johnson. Un hombre minucioso el tal Boswell. Y curioso, muy curioso. Pero eso también podría decirse de René Favaloro. La peluca de Johnson, por su lado, no tuvo –al menos que yo sepa- ni admiradores (sin contar al doctor) ni detractores. Pero voy a lo mío y atendiendo a la expresa solicitud del maestro Gigena, les hago un informe de lo que hasta el momento pude averiguar. Sigo la pista “Baleirón”, que es el único indicio que tenemos por ahora:
El clan fue fundado por Totó Baleirón. Nacido vaya a saber uno dónde, el primer registro que se tiene de él lo sitúa en la provincia de Lérida. Allí vendió desde tónicos crecepelo hasta peluquines (la clientela era la misma quiero creer). En los años veinte cambió de rubro y se dedicó a romper huelgas (y piernas) para el empresariado textil catalán. Hombre astuto (y cuando digo astuto, no lo digo como una característica positiva de una personalidad ante la que me rinda, sino que pienso en ese sentido como La Rochefoucauld, que creía que “la astucia no es más que una pobre habilidad”) y cruel, no tardó en amasar una pequeña fortuna (el ala de psiquiatría del hospital de Cerdanyola del Vallès lleva su nombre. No sólo financió su creación, sino que los proveyó de la primera paciente: su suegra). Antes de que terminara la década, se vio envuelto en el sonado caso de la violación del ornitorrinco albino del ministro de Industria, Ganadería y Pesca, y tuvo que huir del país. Argentina fue el destino elegido. Ya en Buenos Aires siguió construyendo su imperio económico basado en la extorsión, la amenaza, la estafa y una fábrica de productos de limpieza. Por aquel entonces los tentáculos del clan llegaban a todos los sectores: la política, los sindicatos, el deporte, la cultura (sin ir más lejos, se especula que la ceguera de Borges habría sido un ajuste de cuentas de los Baleirón). Totó tuvo dos totocitos: Chatrán y Celedonio. El primero fue el sucesor del padre en la dirección de los negocios familiares. De Celedonio sólo pude averiguar que dedicó su vida al estudio de una especie de bicho bolita (artrópodo también conocido como bicho “munición” o "chanchito de tierra") que vive en los árboles de Paysandú. Aunque nunca se pudo probar, la leyenda dice que Celedonio asesinó a Totó. El viejo apareció disfrazado de bicho bolita, colgando de un árbol en Paysandú. ¡El Horror! En el próximo informe describiré las aventuras de Chatrán Baleirón en el mundo del hampa porteño. De Adinolfi ni puta idea. Voy a la panadería a ver si por casualidad está comprando unas milonguitas.
Detective Karàl
3 Comments:
aporto: vi a adinolfi el año pasado, para esta época. lo vi sentado en el banco de una plaza, en holanda. yo creo que hacen bien en ocuparse de su paradero, pero no en preocuparse. iba vestido de azul y gastaba un chambergo absurdo. quizá fue la manera en que el sol, un sol en roja retirada, le pintaba la cara; quizá fue el efecto de algún estupefaciente consumido (por mí, por él) en un coffee shop de la zona, lo cierto es que la expresión de adinolfi, creanmé, trasuntaba un sentimiento por completo ajeno a él, o a lo que él siempre fue para los que lo conocimos. quiero decir: algo de serenidad; algo de contento. pero mejor cito a henry james (un artista, me dijo una mañana adinolfi, "gordo y cajetilla pero lungo lungo"):
"Al contemplarlo, hubiérase dicho que (el rostro) estaba pregonando el éxito que su poseedor había logrado en la vida, mas parecía pregonarlo de suerte que no se lo tomara por un éxito ofensivo y exclusivo, sino que se pudiera considerar que tenía la inofensividad del fracaso".
lo creerán?
los saludo
celia cecilia
Estimados, los noto confusos y sin un norte, a ver si nos acomodamos que hay que sacar un pasquin adelante y como diría mi madre eso “no es moco de pavo”.
Les cuento lo que se: ayer estuve en el once y puedo decir que Adinolfi no estaba allí, me dijeron que estuvo hace unos días, cuando el clima era más benigno (como no lo conozco puede ser que me hayan engañado), de todas formas en un día de lluvia como el de ayer no era raro que evitara Plaza Miserere. Se preguntarán que hacía yo en ese lugar si no tenía que comprar toallas, sabanas o zapatillas truchas, y lo cierto es que yo también me lo pregunto. Les cuento: casi cuando el día se partía al medio me sorprendí transpirando como un cerdo (uno bien gordo) dentro del subte B. Automáticamente me bajé la estación Pueyrredón y dirigí mis pasos hacia Plaza Miserere, con mi traje lustroso y mis tamangos lustrados procedí a efectuar un baile grotesco intentando evitar vanamente las baldosas rotas, las lagunas de agua estancada y el barro que vaya a saber uno de donde salía. Me dirigí a Pueyrredon 59, donde me habían dicho que encontraría a Adinolfi (presumí que andaba con una remera con su nombre y que de esta forma lo reconocería), lo cierto es que quería ser el que dijera “lo encontré, yo, peludo de regalo lo encontré, manga de nabos, buenos para nada” (lo de nabos buenos para nada solo lo iba a pensar). Así las cosas y como les venía diciendo, me dirigí a Pueyrredon 59, 4º piso, ascensor, donde me dijeron lo iba a encontrar, no fue así. Ahí solo atendía una octogenaria, abogada mediadora, cuya peluca color café había sido lavada por última vez en el año 73, y se la había puesto un tanto chanfleada para la derecha (parece que es la moda en el Once) con una renguera importante y con un movimiento labial (ese que hacen las personas octogenarias que les tiembla el labio inferior) bastante pronunciado me hizo pasar a su despacho con vista a los locales de venta de toallas y toallones (reconozco que intenté vanamente encontrar a Mosca y a Smith entre la multitud y no fue posible, afortunadamente vi al judío ortodoxo del culebrón en cuestión haciendo su baile en la esquina de Bartolomé Mitre y Pueyrredon) Como venía diciendo, la letrada octogenaria me comentó que Adinolfi había estado allí, no me precisó si por temas legales (lo que no me extrañaría ya que por los comentarios de todos, es personaje de andar por la mala senda, (senda que estoy buscando hace años y no la encuentro y también por eso busco a Adinolfi)) y me dijo que había dejado una deuda pendiente por honorarios profesionales, que cuando lo viera le dijera que había contratado a un ex agente del Mossad a fin de que diera con su paradero.
Que les puedo decir? Espero no le encuentre. Creo haber hecho un aporte significativo que espero tengan en cuenta.
Esto ha sido todo desde el Once; solo me resta decirles Shalom, el siempre inoportuno Peludo de regalo .
Pd. apareceré como anónimo ya que olvidé mi contraseña en el Once.
Celia Cecilia
Desde hace años que admiro la utilización que hacés del adjetivo "absurdo". Cuando te lo leo o lo escucho de tu boca (cómo ladeás la cabeza de izquierda a derecha demorándote en la "u" cuando lo decís), me produce un cosquilleo en la barbilla, como un susurro de castor más bien alegre. Hace años que te lo quería decir. Ya está, te lo dije.
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